El mismo gringo ocioso (Axelrod) anunció un segundo torneo, recibiendo esta vez 62 propuestas (y es que cuando la gente es ociosa, se puede hacer muchas cosas…), a las que de nuevo se añadió Aleatoria, haciendo 63 en total. La única diferencia respecto al torneo anterior es que el número de partidas era ilimitado (ya se entenderá por qué).
A partir de la experiencia anterior, hubo 2 líneas de pensamiento: aquellos que tomaron nota de que la amabilidad y la clemencia eran cualidades ganadoras presentaron ese tipo de estrategias (uno incluso presentó a la estrategia ganadora virtual anterior: TFT 2). La segunda línea de pensamiento decide aprovecharse de esa predecible estrategia para usando estrategias sutilmente sucias.
¿Resultado? El juego sucio fracasó. TFT fue nuevamente la gran ganadora, anotándose un 96% del puntaje esperado. Y si nos vamos a la tabla general, las estrategias amables ocuparon 14 de los primeros 15 lugares, mientras que las sucias ocuparon 14 de los últimos 15 lugares. La única cosa interesante de este torneo es lo siguiente: aunque TFT 2 hubiera ganado el primer torneo, en el segundo estuvo algo lejos, ya que ahora había estrategias sutilmente sucias, capaces de castigar esa bondad extrema.
Para los análisis que me interesa a futuro, esto deja una moraleja: cualquier actitud que tengamos, depende mucho del medio en el que estemos. Si impera un mundo de egoísmo, practicar el altruismo o la benevolencia no podría dar resultados. Si impera un ambiente de cooperación, éste podrá siempre prevalecer sobre el egoísmo. Y, como luz de esperanza, se requiere una “masa crítica” muy chica para que los altruistas y cooperadores puedan transformarse en dominantes, no así las conductas egoístas.
Axelrod tuvo una interesante idea: hacer una tercera ronda (ociosidad en su máxima expresión), usando las 63 estrategias antes mencionadas. Pero ahora, en lugar de “puntos”, se pagaba con descendencia. En la “primera generación” se colocaron las 63 estrategias y se enfrentaron todas contra todas, a cada estrategia se le pagaba con el número de individuos que le corresponde. Mientras avanzaba esta nueva modalidad del torneo, algunas estrategias se fueron reduciendo en número hasta que llegaron a extinguirse. Otras se volvieron mucho más numerosas. Al ir cambiando las proporciones, el “ambiente” también fue cambiando.
Después de unas 1.000 generaciones, ya no había más cambios en las proporciones ni en el ambiente. Se había alcanzado la estabilidad. ¿Qué les pasó a las estrategias? Muchas sufrieron altibajos: algunas se extinguieron desde el principio (de hecho, la mayoría fue eliminada después de la generación 200). Muchas tramposas subieron rápidamente su número en el inicio, pero declinaron también rápidamente. La única estrategia sucia que sobrevivió a la generación 200 fue una llamada Harrington. Hasta la generación 150 subió mucho su número, pero después fue declinando gradualmente hasta llegar a la extinción cerca de la generación 1.000.
Pasadas las 1.000 generaciones, el campo estaba libre para las estrategias amables pero provocables como TFT. Tal parece que la estrategia a aplicar es esa, pero tiene un gran problema: es invadible. En un ambiente lleno de gente amable pero provocable, no habría distinción alguna si llega un incauto eternamente amable del cual algún foráneo “sucio” pueda aprovecharse. Quizás si hubiera alguna forma de crear conciencia, que sólo hayan estrategias amables pero provocables podríamos tener la mejor estrategia para jugar.
Damas y caballeros, llegado a este punto, hago un llamado sincero a que consideren todo lo comentado de este juego. Porque acá está, como lo veo yo, la clave para que la famosa “mano invisible” de Smith funcione: no es una lucha de “nosotros” vs “ellos” en donde ambas partes se pisoteen. Es una lucha de “nosotros con ellos” para buscar el beneficio mutuo. El egoísmo de pensar lo mejor para sí mismo tiene cabida, pero precisamente lo “mejor” para uno mismo a largo plazo es aplicar las moralejas utópicas acá presentadas. Advierto que no creo mucho en la mano invisible, pero si hay una única regla que debería tener (aparte del “respeto a la libertad del otro”), sin duda es ésta. Y si todos la respetaran, sin dudas viviríamos en un mundo mejor.
A partir de la experiencia anterior, hubo 2 líneas de pensamiento: aquellos que tomaron nota de que la amabilidad y la clemencia eran cualidades ganadoras presentaron ese tipo de estrategias (uno incluso presentó a la estrategia ganadora virtual anterior: TFT 2). La segunda línea de pensamiento decide aprovecharse de esa predecible estrategia para usando estrategias sutilmente sucias.
¿Resultado? El juego sucio fracasó. TFT fue nuevamente la gran ganadora, anotándose un 96% del puntaje esperado. Y si nos vamos a la tabla general, las estrategias amables ocuparon 14 de los primeros 15 lugares, mientras que las sucias ocuparon 14 de los últimos 15 lugares. La única cosa interesante de este torneo es lo siguiente: aunque TFT 2 hubiera ganado el primer torneo, en el segundo estuvo algo lejos, ya que ahora había estrategias sutilmente sucias, capaces de castigar esa bondad extrema.
Para los análisis que me interesa a futuro, esto deja una moraleja: cualquier actitud que tengamos, depende mucho del medio en el que estemos. Si impera un mundo de egoísmo, practicar el altruismo o la benevolencia no podría dar resultados. Si impera un ambiente de cooperación, éste podrá siempre prevalecer sobre el egoísmo. Y, como luz de esperanza, se requiere una “masa crítica” muy chica para que los altruistas y cooperadores puedan transformarse en dominantes, no así las conductas egoístas.
Axelrod tuvo una interesante idea: hacer una tercera ronda (ociosidad en su máxima expresión), usando las 63 estrategias antes mencionadas. Pero ahora, en lugar de “puntos”, se pagaba con descendencia. En la “primera generación” se colocaron las 63 estrategias y se enfrentaron todas contra todas, a cada estrategia se le pagaba con el número de individuos que le corresponde. Mientras avanzaba esta nueva modalidad del torneo, algunas estrategias se fueron reduciendo en número hasta que llegaron a extinguirse. Otras se volvieron mucho más numerosas. Al ir cambiando las proporciones, el “ambiente” también fue cambiando.
Después de unas 1.000 generaciones, ya no había más cambios en las proporciones ni en el ambiente. Se había alcanzado la estabilidad. ¿Qué les pasó a las estrategias? Muchas sufrieron altibajos: algunas se extinguieron desde el principio (de hecho, la mayoría fue eliminada después de la generación 200). Muchas tramposas subieron rápidamente su número en el inicio, pero declinaron también rápidamente. La única estrategia sucia que sobrevivió a la generación 200 fue una llamada Harrington. Hasta la generación 150 subió mucho su número, pero después fue declinando gradualmente hasta llegar a la extinción cerca de la generación 1.000.
Pasadas las 1.000 generaciones, el campo estaba libre para las estrategias amables pero provocables como TFT. Tal parece que la estrategia a aplicar es esa, pero tiene un gran problema: es invadible. En un ambiente lleno de gente amable pero provocable, no habría distinción alguna si llega un incauto eternamente amable del cual algún foráneo “sucio” pueda aprovecharse. Quizás si hubiera alguna forma de crear conciencia, que sólo hayan estrategias amables pero provocables podríamos tener la mejor estrategia para jugar.
Damas y caballeros, llegado a este punto, hago un llamado sincero a que consideren todo lo comentado de este juego. Porque acá está, como lo veo yo, la clave para que la famosa “mano invisible” de Smith funcione: no es una lucha de “nosotros” vs “ellos” en donde ambas partes se pisoteen. Es una lucha de “nosotros con ellos” para buscar el beneficio mutuo. El egoísmo de pensar lo mejor para sí mismo tiene cabida, pero precisamente lo “mejor” para uno mismo a largo plazo es aplicar las moralejas utópicas acá presentadas. Advierto que no creo mucho en la mano invisible, pero si hay una única regla que debería tener (aparte del “respeto a la libertad del otro”), sin duda es ésta. Y si todos la respetaran, sin dudas viviríamos en un mundo mejor.
Explica también la ridiculez que es hablar de las estrategias disuasivas como una carrerra armamentista. Una acción política de esa índole es un verdadero Dilema del Prisionero, en donde, pensando lógicamente, los países involucrados se arman hasta los dientes acumulando tención hasta que el conflicto estalla (desersión mutua), o puede que uno se arme y el otro confíe en la palabra de "no agresión" (de más está indicar quien coopera y quien deserta) o pensando de la manera más ilógica posible, ambas nacioens se olvidan del asunto, obteniendo el mejor resultado para ambos.
Otra curiosidad aplicable de estas reglas lo vemos en la naturaleza: explica cómo pudo ser seleccionado y evolucionar las conductas altruistas en un mundo donde el instinto más fuerte (después del instinto sexual) es el de supervivencia y bienestar propio: familia, trabajo en equipo, ayudar a otras especies e incluso… ¡suicidio! Al respecto, se vendrá otro tema (ya no más dilema del prisionero, pero sí vale la pena tener en cuesta las enseñanzas que deja para explicar las conductas).
Hasta la siguiente entrega estimados lectores!
Saludos? Para nadie! (me siento abandonado porque mi polola está lejos =( )
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